La filosofía de Joseph Krug, fundador de la bodega en Reims en 1843, se mantiene intacta desde el primer día: la verdadera esencia del Champagne es el placer en sí mismo. El objetivo del señor Krug era cultivar el mejor Champagne que pudiera ofrecer, todos los años, independientemente de las condiciones climatológicas. Para ello, siguió muy de cerca el carácter del viñedo, respetó la individualidad de cada parcela y su vino. De esta forma, pudo construir una extensa referencia de vinos de reserva a lo largo de los años manteniendo el nivel de distinción.
Para Joseph Krug, la individualidad significa unicidad, originalidad y singularidad. Seis generaciones de la familia Krug se han encargado de velar y continuar con esta filosofía, enriqueciendo la visión y el saber hacer del fundador.